lunes, 30 de marzo de 2015

De verdes y de rejas

Extracto de nota publicada en M2 de Página 12

Monumentos nacionales

El parque Lezama y la plaza Rodríguez Peña tienen la suerte de ser monumentos históricos y por eso gozan de una “segunda instancia”, la de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos que preside el arquitecto Jaime Sorín. Como descubrieron rápidamente en el gobierno porteño, Sorín no es ni fácil ni blando a la hora de firmarles proyectos y les impone a ciertos funcionarios una de las peores torturas posibles, la de pedirles rigor. El parque Lezama estuvo mucho en los medios, pero varias cosas quedaron en el camino de las coberturas. Por ejemplo, que las esculturas del lugar, de frágiles mármoles italianos, no estaban protegidas en medio de la obra. Cuando la Comisión visitó el parque, las encontró cubiertas de polvo y golpeadas por pedazos de cascote, porque andaban levantando pavimentos a mazazos justo al lado...

También, gracias a Sorín, se abandonó el “proyecto” de iluminar todo con los farolitos chinos que compraron tan baratos, y se volvió a las farolas que ya estaban. Y quedó absolutamente en claro que el anfiteatro se mantiene y no será fuente. Resulta que los macristas, encabezados por Patricio Di Stefano, insistían en que ahí había una fuente “hace mucho” y la querían restaurar. La Comisión les contestó que el anfiteatro estaba desde hacía “más hace mucho”, que la fuente era de 1938 y que el anfiteatro cumple una clarísima función social como lugar de reunión, cosa fácilmente comprobable cualquier fin de semana.

La gran discusión es, claro, la del enrejado y la de Di Stefano anunciando que podía enrejar el 70 por ciento del parque con permiso de la Comisión, cosa inmediatamente desmentida. Lo que ocurrió fue que el gobierno porteño había llamado a dos licitaciones, una para la remodelación del parque y otra para enrejarlo, sin pasar por la Comisión. Tras larguísimas discusiones y para no judicializar la cuestión –en la Justicia Penal Federal, no en la porteña– la Comisión aceptó las dos licitaciones, pero con reserva de modificar lo que fuera necesario. Di Stefano aceptó esto, rompió con lo pactado de dejar que la Defensoría del Pueblo anunciara el acuerdo y salió a los medios con su versión.

Toda esta discusión tiene sus lados violentos, como funcionarios municipales preguntando por qué se mete la Comisión Nacional en un tema de la Ciudad, como si Macri fuera Alsina y Buenos Aires un estado independiente. También hay vecinos de San Telmo que insisten a muerte con el enrejado, con una señora que cuenta con orgullo que ya tiene las llaves de dos plazas y tendrá la del Lezama también. Di Stefano y los suyos los exhiben como tropa propia y hasta amenazan poner la reja de prepo, con custodia policial, lo que sería un muy interesante caso de conflicto de esferas, la municipal y la nacional, con derivaciones judiciales. A todo esto, el gobierno porteño se va a mudar sustancialmente a la fábrica Canale, justo enfrente, con lo que es de esperar que la seguridad del parque aumente y mucho. De hecho, con iluminarlo y vigilarlo un poco se acabaría el supuesto problema de seguridad que lo aqueja.

Pero es difícil razonar con alguien que ya tiene una agenda, como lo demuestra el caso de la Rodríguez Peña. La plaza fue diseñada para “llevar” al transeúnte, de cuerpo entero o con la mirada, al Palacio Pizzurno desde Callao, pero los genios del diseño macrista querían cambiar esto poniendo diagonales nuevas. También iban a cementar todo, con la excusa del acceso de sillas de ruedas, pero se van a conformar con un camino ya cubierto de concreto arrugadito. Pero como la Comisión no los dejó hacer su diseño, no están haciendo nada y, por detrás de los telones, sólo se ve algún trabajador haciendo cositas de mantenimiento, menores...

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